sábado, 2 de agosto de 2008

Germán David Clavijo

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en la Revista

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Germán David Clavijo
(Roldanillo, Valle del Cauca 1985) Cursó la carrera de Estudios Literarios en la Universidad Nacional de Colombia. Se desempeña como promotor de lectura para profesores, en varios colegios de Bogotá. En 2007 la Universidad Nacional de Colombia publicó su primer libro de poemas La tarde y la montaña en su colección “Viernes de poesía”, el cual, a su vez, es una selección de tres poemarios. En 2002 fue Primera mención en el Concurso Nacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia. Ha participado en encuentros de teoría y crítica literaria. Algunos de sus poemas hansido publicados en diversas revistas universitarias y de índole cultural.
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"Guatavita" . Fotografía: Ángela Vásquez.
Página 68 de la revista. Portafolio de la fotógrafa: http://www.flickr.com/photos/shakyvasquez/
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POEMAS
Cantos de Adán
I
Nos encuentra la tarde en este tren que se asoma por el mundo
Como el más inocente de los hombres
Somos pasajeros que llevan la tarde en los ojos
Y ella tira su ancla roja que arrastra el mar
Donde las estrellas son ovejas
Que se ahogan cada noche,
Tu corazón me cubre,
Afuera los campos tienen animales que son felices con un pedazo de
mundo
Esperando que la mañana cubra de leche
La lluvia,
Y nosotros ¿qué esperamos en este tren donde se van los días
Y la duda es una postal siempre nueva que nos envía la
muerte
Esa revelación que Dios imprimió en nuestra sangre
Como un sello?
Vamos pasando por los valles
Vamos pasando por el barro
Que es semilla de la carne
Tu corazón es un paisaje más profundo
Tu corazón que nos protege de la nostalgia
Que guarda el camino a los campos
Que me fueron arrebatados
Por comer junto a ti, una manzana.
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II
Pasamos por el mar
Y nuestro tren se hunde en los abismos
Has venido
Y por la ventanilla una luz azul besa tu cara
—No sabes cuánto me gustan tus labios
Que toco con los dedos para saber si aún existe el paraíso—
Afuera debe estar la ballena
Acompañando en su viaje a este tren que nos dirige
Por los valles donde cada gota es una voz entrelazada
Donde cada gota es un delirio tuyo
—Señor
Has obligado a tu siervo
A un viaje inútil por la tierra
Pero sabed que es hermoso el valle
Cuando viene la luna
Y juego con Eva a descubrir el mundo
O cuando ella toca mi corazón
Y me quedo dormido con su imagen
En la hierba.
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III
Amanece y tengo sobre mí el pequeño cuerpo de Eva
Sus senos que tienen piel
Para guardarlos de mi beso
Ahora no es el viento
Como cuando se presentaba por la tarde
Llena de pájaros
Y era la brisa que acariciaba mi boca
Cuando la nombraba.
Dios es un gato que cubre el universo
Yo lo veía en la mañana sentado en el corazón
Del paraíso
Lamiéndose las patas.
Ahora estoy viajando
Por un valle diferente
Eva tiene la sangre que me distrae del juego
—Y no se enoja cuando le muerdo la espalda—
Eva es un ángel que se droga con mi lengua
En este tren de plata
Amanece y tengo sobre mí su cuerpo
Por el que siempre se está dispuesto
A perder uno
O dos paraísos.
...
Pompeya
Escucha a Pompeya
—Está en tu voz—
La risa de esos chicos pompeyanos en tu alma,
Porque nada más importa
Si olvidas que ellos
Jugaron como tú
A que somos hombres.
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Leonel Clavijo
Decidí lentamente el camino que me llevaría a encontrarte
Junto a las palabras que deseo escribir bajo tu boca,
No volverá este día
Ni volverán mis abuelos a su tierra,
Porque mi papito está cansado
Y dejará pronto su cuerpo en la tierra,
Rostro mío.
Mi papito tiene más ojos
Y baila en 1945 con su sombrero
Dejando atrás a su abuela para irse a Palmira
A cortar caña
(Morían hombres,
Tal vez uno dijo el poema antes de morir por una bala o una bomba)
La sombra que me ha mostrado el destino
Tenía la cara de mi abuelo y la del niño Julián Clavijo que murió hace años,
Entre los dos escribieron mi nombre dejando un gran espacio en blanco
para que la lluvia me borrara la cara.
Todo él es futuro, muchacho soñador que bailó en la guerra y me acompañó de niño
y ahora es hombre,
Una mañana me llevó
A todas las historias que fue capaz de darle el mundo
Cuando contó sus historias me estaba abriendo para mi destino que es el tuyo,
Tú que lees esto y podrías ser mi nieto o mi padre,
Tú que también podrías haber lavado mi cara esa noche que nos acostamos
juntos sin que lo supieras,
Porque yo, como el viento,
Te cubría.
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Guatavita. Fotografía de Ángela Vásquez http://www.flickr.com/photos/shakyvasquez/530084715/
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La guardia blanca
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El coronel Nai-Turs está rodeado por el enemigo
Pero dispara, yo, Nikolka, nariz de pájaro,
Lo miro y aún estoy muy cerca para ver
Mejor que nadie su heroísmo.
Él protege nuestra retirada —nosotros, los niños
Que los generales reclutaron para terminar la guerra—.
El coronel Nai-Turs dice que me vaya,
Que el heroísmo de los tontos no le importa,
Pero yo no quiero. (“Ganaron los bárbaros,
A quienes no les importa que yo escriba”
Anota Bulgákov en su diario como quien espera
Que a través de sus palabras, que no se atreverán
A dejar pasar los días, el demonio o algún santo se entere
De toda la miseria que le tenía reservado cada día).
Y a mí, Nikolka, corazón de ave, me dio miedo
Cuando lo vi muerto junto a mí entre las balas,
—Esa no era la muerte que los días le tenían reservada—.
Si los tiempos fueran justos, su cadáver sería llevado
Por los ojos de todas las muchachas a su tumba,
Donde las fl ores nunca cesarían mientras se enseñara
Esta historia en las escuelas.
El coronel Nai-Turs miró a la muerte como amigo
Porque sabía que no la deshonraba con su vida;
Y yo, Nikolka, tuve miedo cuando al lado mío
Tuve el cuerpo de toda la valentía de la antigua rusia.
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Crónica
(Roldanillo 2004)
I
No murieron los mejores, ni siquiera los valientes,
No los que soñaron el sueño más aventurado,
Murieron otros, los que no sabían,
Los que caminaban por su sombra como si no importara.
Ellos fueron quienes los mataron,
Los que no conocían el misterio de la muerte que traían,
El rito del que no pudieron ser merecedores;
Habían venido del vientre de sus madres y eran peste,
Cuando manos que no podían ser ya como las suyas les huían.
Ellos que debieron ser la felicidad de todo hijo
Y sembrar las cosechas que los alimentarían
Eran sueño
Y soñaron que mataban en un sueño,
Sembradores de la sombra de sus almas;
Limosneros de la magia que poseían
Sólo por no ser los asesinos los que no mataron.
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IV
Las gentes de Roldanillo (todos tan sabios y correctos) instalaron en el
río Cauca una malla para recuperar los cuerpos y enterrarlos. El primer
día la malla retuvo 20 muertos y el pueblo entero celebró su ingenio. Los
cuerpos no eran de suicidas (Roldanillo se distingue por ser un pueblo
muy católico), todos esperaban, como tú, morir de viejos.
La malla no recoge imágenes poéticas, gracias a esto la tan amada imagen,
por todos los poetas, de la luna sobre el río, puede seguir tranquila
su camino hacia las antologías.
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VIII
Amigos que no eran diferentes aún de todos,
Que no esperaban otra cosa que las noches para poblar las bancas,
Música en las discotecas,
Así fue frente al colegio Óscar Marino, así fue en su café Daniel Bedoya.
Nunca se vieron muertes más inútiles,
Nunca se escucharon balas aún más tontas,
Porque no querían cambiar nada
Intocados por la sencillez de ser muy niños para ser culpables
Nunca fueron capaces de entender su magia.
Esa muerte que nunca te importó te ha marcado,
Te ha quemado la mano como un sello que hueles en la noche.
Cada muerte de la gente de tu pueblo te robó una parte de ti que nunca conociste,
Una parte que aún te era importante,
Te regalaron la indignidad de seguir vivo y no haber dicho nada,
Con cada uno de ellos te han robado
Algo que tenías y eras tú cuando eras niño y no sabías
(Señalabas con el dedo cuando niño la más pequeña incoherencia de las cosas.)
Esta noche el rostro que ahora escribe no me salva,
Sus voces que en la noche me lo han dicho ya se alejan.
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Tú, el que está solo, habitante de otros barrios para donde no hay regreso,
Pasajero que olvidó su nombre en casa de la poesía
Y para quien no serán sufi cientes todos los castigos que sobraron de las brujas,
Has olvidado la felicidad a un lado de esa puerta;
Todos los pasos que intentes para hacerte al camino
Permanecerán como testigos
De cuánto te alejaste en cada uno;
Ahora ya sola la felicidad te es imposible,
Pero tienes mientras tanto todas las locuras que querías,
Todos los fracasos por los que luchaste uno a uno.
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Complementos en esta edición virtual
OTRA INFORMACIÓN SOBRE EL POETA Y SUS OBRAS
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"La tarde y la montaña"
Colección Viernes de poesía No. 55, de la U. Nacional, 2007
Ilustración de la carátula

El tren de plata

Por César Augusto Barrantes Rojas (Obras y biografía)

Portada del libro “La tarde y la montaña” de Germán David Clavijo
http://www.artelista.com/images/obras/big/7/0/8/7377685946286276.jpg
http://www.artelista.com/obra/7377685946286276-eltrendeplata.html

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http://www.artelista.com/slideshow.php?a=7474956246340428&t=1
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Actualizó: NTC … / gra , Agosto 2, 2008, 10.23 PM